Carlos Patato Valdés, uno de los percusionistas cubanos más importantes de la rumba y el latin jazz, falleció el pasado 4 de diciembre en Cleveland (USA) a la edad de 81 años, sesenta y tres de ellos dedicado profesionalmente al tambor, es decir, a la esencia de nuestra cosa latina. Su historia, sus aportes, sus obras y su singular personalidad lo habían convertido en un genio viviente, reconocido y admirado por músicos, rumberos y melómanos de todo el mundo.
En su excitante e intensa vida percusionista, Patato tocó y grabó con los músicos y orquestas más ilustres tanto en su Cuba natal como en los Estados Unidos de América y Europa. El corpus fundamental de su trabajo como percusionista se encuentra en una veintena de discos pero en sus seis décadas de vida profesional, Patato y su golpe están presentes en un centenar largo de discos que empieza en Cuba con el Conjunto Kubavana (1944), Sonora Matancera y Conjunto Casino, y continúa en USA con Tito Puente, Mongo Santamaría, Dizzy Gillespie, Machito, Herbie Mann, Kenny Dorham, Cachao, Jorge Dalto, Quincy Jones, Arsenio Rodríguez, Mario Bauzá, Ismael Rivera, Justo Betancourt, Luís Perico Ortiz, Candido Camero, Paquito D’Rivera, Bebo Valdés, Alfredo Rodríguez, Totico, Louie Ramírez, Hilton Ruiz y Cal Tjader, entre los más significativos. Pero además de estas grabaciones, conciertos y festivales de renombre, la impronta de Patato como timbero de ley está en la memoria de las rumbas y toques caseros entre amigos, las descargas de solares en La Habana y en pequeños clubes latinos de Nueva York o París a las que nunca se negaba y de las que quedan memorables recuerdos imposibles de reflejar en la frialdad de una grabación.
Lo más característico de Patato era su jodedera, su sentido del humor, su permanente gracia vital que contagiaba y embriagaba a todos los que lo trataban. Y esto se notaba de forma espectacular en el escenario, tocando las congas bailando y haciendo movimientos rumberos que a más de un profano le podría parecer que estaba teniendo un ataque de epilepsia, sospecha que se evaporaba al ver al epiléptico subirse a las congas para bailar y tocar al mismo tiempo, verlo saltar de nuevo, coger sus inseparables llaves y ponerse a afinar las congas en medio de un tema sin perder el tiempo, dejar a un lado las llaves y tocar los parches con el dorso de la mano, hacer como que busca algo, coger las claves o la baqueta de la campana y seguir tocando como si de un timbal se tratara, quitarse su eterna gorra y golpear con ella los parches como si estuviera castigando a un niño travieso, y luego mirar a los perplejos músicos que lo acompañaban y cagarse de la risa coincidiendo con la entrada de una moña de vientos ¡p’alláááá!
Ingeniero del ritmo
Así era Patato, caballeros y, sin embargo, genial como músico. Fue el primero en introducir un set completo de congas (quinto, conga y tumbadora) en las orquestas y el inventor de la afinación del instrumento por medio de llaves. Hasta ese momento, los parches de las congas caribeñas se tensaban con calor, fuego y candela pal pellejo de chivo, señores. Pero llegó Patato y se inventó unos herrajes que, aplicados a un aro metálico, permitían tensar a discreción los parches y ¡eureka! A gozar se ha dicho. Menos trabajo pal tumbador y más posibilidades sonoras para el instrumento. Con esto logró Patato redujo el riesgo de incendio en los escenarios y una mayor eficacia a la hora de preparar los instrumentos para la actuación. Cuando Martín Cohen (¡ingeniero y judío él!), propietario de la casa de instrumentos Latin Percussion, descubrió el invento de Patato, lo persiguió por todo Nueva York hasta que le compró la patente y, desde entonces, todas las congas del mundo se afinan con el método de nuestro chiquito de Los Sitios. En el extenso catálogo de congas de la firma Latin Percussion, las congas “Patato Model” son las preferidas por centenares de percusionistas en todo el mundo y las han usado desde Carlos Santana hasta los Rolling Stones, pasando por vete a saber cuántos rockeritos más. No lo reconocen, pero les va la timba. En cualquier caso, Patato es reconocido como el pionero en el camino de la modernización de la conga, camino y evolución que va desde la rumba más raizal hasta el pop más descafeinado, pasando por las mejores expresiones del jazz y la música contemporánea. Nadie se escapa de la conga. Otra cosa es cómo y quién la toque, claro.
Buscando la melodía
Patato se inicio desde niño en la música. Su padre ya era un músico reconocido de son y le enseñó al niño a tocar el tres, la marímbula y otros instrumentos afroides de los años treinta, pero el chaval tenía sus propias ideas, él quería ser bailarín o boxeador, mientras que la música era simplemente parte de la vida cotidiana. Sin embargo, a los 15 años ya se había decantado por la percusión y a los 18 debutó profesionalmente. El boxeo lo aparcó, pues con su contextura física no hubiera hecho carrera ni en los pesos pluma, pero en cambio, mantuvo su vena bailable y, desde sus inicios como músico, se hizo famoso con la invención de varios bailes, entre ellos el del pingüino, el yo-yo, la toalla, el trompo, el tirabuzón y unos cuantos más que se hicieron famosos en la TV cubana y eran adoptados por la población infantil
Durante diez años, de 1944 a 1954, Patato se fajó con grupos, orquestas, descargas y bembés de La Habana. Ahí aprendió lo necesario para asaltar los cuarteles musicales de la Gran Manzana y allá que se fue. Formó parte de la artillería pesada de los músicos latinos de Nueva York y fue fichado por todas las bandas importantes del mambo y del jazz, desde Tito Puente hasta Dizzy Gillespi, pasando por Art Blackey, Max Roach o Cal Tjader hasta convertirse en pieza imprescindible de la vanguardia musical afro latina de los años sesenta y setenta.
Patato no era un velocista de la percusión, no iba por ahí descrestando al respetable con malabares de velocidad, eso que tanto le gusta al público profano, no, Patato, como ya hemos señalado era un jodedor y un hombre con gran sentido del ritmo y la melodía, un músico de matices, respetuoso de la clave, conocedor y experto en los golpes precisos y, ese conocimiento y talante eran los que le permitían jugar y hacer lo que le daba la gana con el tambor, con la autoridad no sólo del conocimiento sino también la autoridad telúrica, la que le permite a alguien decir ¡esto es mío! y te lo enseño para que lo goces.
Carlos Patato Valdés
Discografía Esencial
- Conjunto Kubavana - Rumba En El Patio - Tumbao. 1994
- Conjunto Casino - Rumba Quimbumba 1941-46 - Tumbao. 1993
- Kenny Dorham - Afro-Cuban - Blue Note.1955
- Art Blakey - Orgy In Rhythm - Volumenes 1 & 2 - Blue Note. 1957
- Machito And His Afro-Cubans - Kenya: Afro-Cuban Jazz - Roulette-Capitol-Blue Note. 1957
- Herbie Mann - Standing Ovation At Newport - Wounded Bird Records.1965
- Carlos 'Patato' Valdes - Patato Y Totico - Verve. 1968
- Carlos 'Patato' Valdes - Ready For Freddy - Latin Percusión. 1976
- Patato & His Latin Percussion Friends - Authority - Latin Percusión.1976
- Israel "Cachao" Lopez - Cachao Y Su Descarga - Salsoul. 1977
- Luis "Perico" Ortiz - My Own Image - Latin Percusión.1978
- Latin Percussion Jazz Ensemble - Just Like Magic - Latin Percusión. 1979
- Tito Puente con Azuquita - Ce' Magnifique - Fania. 1981
- Louie Ramirez - King Of Latin Vibes - Sugar. 1991
- Carlos 'Patato' Valdes - Masterpiece - Messidor 1993
- Hilton Ruiz - Heroes - Telarc. 1994
- Alfredo Rodríguez - Sonido Solido - Universal-TTH-Pimienta. 1995
- Bebo Valdes - Bebo Rides Again! - Universal-Pimienta. 1995
- The Conga Kinas I - Giovanni Hidalgo, Candido, Patato Valdés - Chesky. 2000
- The Conga Kings II - Giovanni Hidalgo, Candido, Patato Valdés - Chesky. 2001
- Cuban Masters - Los Originales - Universal-Music Haus. 2001
- Carlos 'Patato' Valdes - El Hombre - Mambo Maniacs. 2004